La Aldea Natural

Vegetación

Las plantas son el gran motor de la biosfera. Tanto es así, que la inmensa mayoría de seres vivos que poblamos este planeta dependemos de ellas, un hecho que debe servir para entender su importancia. El municipio de La Aldea de San Nicolás alberga dentro de sus límites una diversidad florística poco común para un territorio tan reducido que destaca por su riqueza y exclusividad.

   La escandalosa variedad de ambientes que rinde su relieve y un clima marcado por la situación de las islas en el planeta, influenciado por la corriente fría de Canarias, los vientos alisios y la cercanía del Sáhara hacen de este espacio una isla dentro de la isla, un auténtico laboratorio donde una inmensa cantidad de plantas encuentran el lugar adecuado para asentarse y, en muchos casos, evolucionar hasta diferenciarse de sus ancestros.

   La mayoría de las formaciones vegetales presentes en Canarias, en mayor o menor medida, están representadas dentro de La Aldea. Pinares, relíctos de monteverde, bosquetes termófilos, palmerales, saucedas, tarajales, matorrales suculentos, vegetación halófila o sebadales, entre otras, se desarrollan y tapizan rincones a los que dan un encanto indescriptible y que se convierten en el hábitat ideal para muchas otras plantas, hongos y animales.

Son dignos de mención algunos bosques y matorrales que destacan por su tamaño, hermosura y buen estado de conservación. Los pinares de Inagua y Tirma-Azaenegue,  los palmerales de Pino Gordo, el Valle y Tasarte, los almacigares de Artejevez y Tocodomán, los tabaibales de La Punta de La Aldea, Guguy y Los Secos, los cardonales de Las Gambuesillas y Los Hoyetes; el matorral halófilo que salpica los acantilados del Andén Verde y Guguy, los bosquetes de tarajales de Las Marciegas y Barranco Grande o los sebadales de la costa de Guguy.

Debido a su rareza y carácter relíctico merecen ser citados los enebros (cedros) de las montañas de Los Cedros y Verechuelos, apenas unas decenas que constituyen el grueso de los que crecen en la isla , o el único ejemplar de drago de Gran Canaria localizado en el municipio que crece en los andenes de Tasarte.

Todos estos ambientes están integrados por multitud de especies, de las que un alto porcentaje es endémico de la región macaronésica, el archipiélago, la isla, e incluso La Aldea.