La Aldea Natural

Fauna

El medio físico y el clima de Gran Canaria, que durante la mayor parte de su existencia han permitido el desarrollo de una cubierta vegetal diversa y exuberante, son claves para que infinidad de animales encuentren condiciones que les permiten asentarse y sobrevivir en el aislamiento.

La abrupta orografía propicia una mayor o menor incidencia de los alisios y el Atlántico, originándose multitud de microambientes; un factor que aumenta las probabilidades de encontrar un hábitat apropiado y facilita el fenómeno de radiación adaptativa, por el que a partir de la evolución de una especie pueden surgir muchas otras.

En este momento, La Aldea constituye el hábitat de miles de especies de invertebrados, cientos de peces, decenas de mamíferos, de al menos 6 reptiles y más de un centenar de aves que por sí solos han llegado y se han establecido puntual o permanentemente tanto en superficie como bajo el agua.

Merecen un interés especial las aves endémicas, entre las que destacan el mosquitero canario -endemismo del archipiélago-, el pinzón azul -endemismo grancanario- o las aves pelágicas que nidifican en los barrancos y acantilados, la pardela cenicienta el petrel de Bulwer y el paíño europeo. También son destacables las poblaciones de alcaraván, pájaro moro y gorrión chillón, que encuentran en el Valle uno de sus últimos refugios en la isla.

Especialmente alto es el grado de endemicidad dentro del grupo de los invertebrados. Los tres reptiles terrestres endémicos aparecen bien distribuidos por todo el municipio, la lisa variable, el perenquén de Boetger y el lagarto de Gran Canaria. Son dos las especies de murciélagos conocidos, rabudo y montañero, los únicos mamíferos terrestre nativos. Y de mucha importancia es la franja litoral para muchas de las 30 especies de cetáceos avistados en Canarias, las tortugas marinas y muchos invertebrados y peces, entre los que se encuentran algunos de los tiburones más amenzados del planeta.

Consideración especial hay que prestar por su importancia para ciertos animales a los acantilados de Andén Verde y Guguy, a la franja marina que bordea el oeste del municipio y a los sebadales allí presentes, que constituyen los últimos “grandes” refugios de cría y alimentación para las aves oceánicas, lugar de importancia para delfines, ballenas y tortugas marinas. La Playa de La Aldea es santuario para el angelote, y el humedal de Las Marciegas supone lugar de invernada y paso migratorio para muchas aves limícolas, anátidas, golondrinas, vencejos y otros pequeños paseriformes.

En el interior, los pinares los habitan numerosas especies y subespecies de aves forestales endémicas, el macizo de Inagua es el principal área de distribución del pinzón azul y los barrancos y cortados rocosos son clave para las rapaces, la mayoría también subespecies endémicas. En las presas del Barranco Grande invernan garzas, garcetas y puntualmente otras rarezas.

Prácticamente cualquier punto es importante para los invertebrados. Y especialmente interesantes son los moluscos terrestres, con un porcentaje de endemismos muy alto. Eso sin desmerecer a ningunos de los otros grupos que pueblan tanto tierra como agua y que representan la amplia mayoría de la biodiversidad animal.