La Aldea Natural

Cinco rincones de interés faunístico que no te puedes perder

Humedal de Las Marciegas

Esta zona húmeda se posiciona entre las más relevantes del Archipiélago, ocupa gran parte de la desembocadura del Barranco de La Aldea y reúne condiciones que la hacen especialmente atractiva para numerosas aves acuáticas –residentes y migratorias- y multitud de pequeñas aves forestales que encuentran lugar de cría, alimentación y descanso en un extenso bosquete de tarajales.

Se trata de uno de los ambientes más cambiantes del municipio que evoluciona constantemente en función de la presencia del agua. En las estaciones más frescas y húmedas destaca la invernada de distintas especies de garzas, limícolas y anátidas que llegan en busca de mejor clima desde regiones frías. En el periodo seco, los invertebrados y las aves residentes son los principales protagonistas.

Riscos de Guguy

El abrupto relieve del macizo de Guguy es el ambiente ideal para la mayoría de rapaces que viven en la isla y para el cuervo. Las escarpadas paredes de sus barrancos y acantilados son el hábitat de aguilillas, cernícalos, gavilanes, búhos, lechuzas y, en el pasado, lugar de cría del guincho o águila pescadora, que actualmente solo es visitante esporádico durante la migración.

Los riscos de Guguy también son uno de los últimos relictos en la isla para las pequeñas aves en cierto modo dependientes de ambientes rupícolas, por ejemplo, el gorrión chillón, conocido por los campesinos como risquero, o el camachuelo trompetero, “pájaro moro” para los locales. Además, en las grietas de estos cortados rocosos se refugian, al menos, dos especies de quirópteros, los murciélagos rabudo y montañero. Y en sus andenes las pardelas cenicientas han establecido algunas de las colonias de cría más numerosas de la isla.

Valle de La Aldea

Las laderas pedregosas y el ancho cauce del Barranco de La Aldea dan cobijo a una amplia lista de aves esteparias y agrícolas, una rica variedad de ortópteros, a los dos murciélagos citados en el municipio y  grandes poblaciones de los tres reptiles endémicos. Destaca la abundancia de alcaravanes, bisbitas y alcaudones, la presencia del pájaro moro, las tórtolas turca y senegalesa o el gorrión chillón y la densidad de lisas y perenquenes.

Dentro de este espacio existen distintos puntos de interés, los pozos constituyen un buen lugar para contemplar al gorrión moruno (palmero), el cauce y las suaves laderas que los bordean sustentan importantes poblaciones de lagartos de Gran Canaria, perenquenes de Boetger, lisas y alcaravanes, y los bosquetes de balos son de suma importancia para cernícalos, alcaudones o currucas tomilleras, entre muchos otros. Destacable es también la diversidad de saltamontes, entre la que destaca, por su abundancia, tamaño y morfología, el narigudo (Truxalis nasuta).

Macizo de Inagua

Para muchos, es el rincón de mayor interés faunístico. Su pinar es el hogar de la mayoría de aves forestales presentes en la isla, entre ellas, el pinzón azul -joya ornitológica- y el picapinos. Digna de ser resaltada es la variedad y abundancia de invertebrados, por ejemplo, el cigarrón palo, la mariposa sátiro de Canarias (Hyparchia wisii), la teresita (Pseudoyersinia canariensis)o Buprestis berthelotti, entre muchos otros endemismos.

El bosque de pinos de Inagua es la principal área de distribución del pinzón azul en Gran Canaria, un ave rara y escasa descrita para la ciencia a comienzos del pasado siglo, que despierta el interés y la simpatía de multitud de personas a lo largo y ancho del planeta y se ha convertido en atractivo para numerosos ornitólogos que sueñan con disfrutar de su presencia.

Acantilado marino del Andén Verde

Un santuario para las aves marinas. Este acantilado, que como has visto y leído es interesante desde cualquier punto de vista, supone un espacio de vital importancia para las aves oceánicas que nidifican en la isla. Una de las mayores colonias de pardelas cenicientas del Archipiélago encuentra en sus andenes el lugar perfecto para reproducirse. Además es muy probable la presencia como reproductores del petrel de Bulwer, y el paíño europeo y, posiblemente, de otras especies hasta ahora desconocidas.

El halcón de Berbería, el cuervo y el aguililla también crían en este cortado rocoso y suelen ser protagonistas de espectaculares escenas mientras interaccionan en la defensa de sus territorios.